lunes, 31 de agosto de 2015

Sonriendo en silencio






Nunca logro recordar este día, porque la memoria por un mecanismo de defensa va borrando los malos recuerdos y dejándonos sólo la miel de las cosas buenas, las sonrisas, gestos y expresiones de aquellas personas que un día formaron parte de nuestras vidas.
Pero hoy, alguien muy cercano me recordó que hace 21 años y en plena vitalidad de sus 45 años se nos fue alguien imprescindible Vicky Montero Desouza. Fue un golpe descomunal no sólo para su familia, padres, hermana, esposa e hijos… fue también como un zarpazo a traición del destino que en un minuto destrozó para siempre su joven corazón.
Fue como cortar limpiamente una columna, fue como un naufragio del que Víctor Montero, su padre, el maestro de varias generaciones de bayameses, nunca se pudo recuperar.
Ese es el momento que nunca quiero recordar, que sus amigos nunca queremos recordar. No guardo fotos de Vicky, para qué?  Su rostro pícaro, su sonrisa, su chispa cotidiana, su manera de joder a cada minuto en la fila del matutino, en la horas de clase, sus respuestas inteligentes, sus bromas  año tras año, día tras día , hora tras hora son imposibles de olvidar.
Era una inteligencia brillante, sacaba las mejores notas sin presumir, y tenía una habilidad innata para explicar a los demás, los problemas más difíciles de las materias, ayudar al que estaba retrasado y de paso echarte por el cuello de la blusa o la camisa, toda la basurita que acumulaba del sacapuntas.
Sólo una vez logre devolverle con creces su jodedera interminable….¡y de qué manera ¡ me aparecí a su oficina cuando trabajaba como ingeniero civil en la construcción del Hotel Farallón del Caribe, en el municipio granmense de Pilón y quieras o no- le dije- me vas a dar una entrevista para la televisión. Te las estás cobrando- me dijo- haciéndose el serio…¡ Pero se la hice¡ y además con un gozo indescriptible, no sólo por fastidiarlo, claro que no, sino porque se había convertido en un exitoso profesional.
Y aquí estoy ahora, sonriendo en silencio delante de esta cuartilla, porque aunque hoy  para mí se cumplan mil años de que ya no está, no tengo otra manera de recordarlo.

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