miércoles, 26 de agosto de 2015

Por qué mi Flacucha también se llama María

Kamila y yo

Crónica para su cumpleaños número 9.

Por Gloria Guerrero


Los cubanos somos creyentes por naturaleza, o por herencia, o por costumbre, algunos son verdaderos fanáticos de la religión escogida, otros rezan de vez en vez, otros llevan su fe con fervor, pero sin exagerar, algunos creen, pero no se afilian y otros se acuerdan del santo cuando truena… lo que si es cierto que a la hora del apuro, de cualquier apuro, uno se agarra fuertemente de la fe.: que nadie me diga lo contrario.

Lo digo, porque yo me ubico entre los que creen y no se afilian porque mi naturaleza independiente, no reniega, pero no se amarra a horarios, a rezos de costumbre ni visitas a templos, sólo y únicamente cuando me inspira, y entonces, créanme, entonces me pongo en paz conmigo misma.


Pero hablábamos de los apuros y los apuros no llegan por inspiración, sino porque nos toca y así, la llegada de mi Flacucha a este mundo, hoy hace 9 años, me hizo rezar sin parar durante más de cinco horas, juro que hasta las oraciones que no me sé y las que nadie ha escrito…Fue una conversación a veces dulce, a veces fuerte, a veces llorosa, a veces alegre, con Dios y con su santa madre, de la que salí fatigada, hecha trizas, pero segura de que me habían escuchado.


Y entonces fue que si contar con la Kate, que ya había decidido ponerle por nombre Kamila a la chiquita que venía, la bauticé con el nombre de María.


Hice bien, porque aunque Kamila en un lindo nombre, enérgico, vivaracho, risueño, revoltoso, saltarín, tremendo, bullicioso y juguetón, tal y como es mi Flacucha, también hay en ella un fuerte componente de dulce ternura, inocencia, ingenuidad, amor, afecto , altruismo, generosidad y nobleza que le da sin dudas esa otra madre que le adjudiqué en mi peor momento de apuro, cuando uno se agarra de la fe y reza hasta lo que no sabe.




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