domingo, 22 de diciembre de 2013

Un libro conmovedor




Un libro conmovedor….
Por. Gloria Guerrero Pereda
Kenichi  y Antonia: una historia de amor

“Buscar la felicidad es como agarrar la sombra o cazar el viento”
proverbio japonés que acabo de leer con deleite en el recién publicado libro “Un japonés en Santiago de Cuba”, escrito con los hilos del alma de Lidia Antonia Sánchez Fujishiro, avezada historiadora e investigadora santiaguera, y a  cuya familia me siento orgullosa de pertenecer por razones de la vida,  que dio a mi hija la fortuna  de llevar  también en su sangre, la de aquel hombre laborioso y emprendedor que fue Kenichi Fujishiro, conocido como Japón, fundador de la única familia japonesa  radicada en Santiago de Cuba.

Antonia Mustelier, para todos la abuela Ñica, mujer de finos modales, andar incansable y palabra dulce, contaba siempre con ternura su historia….la conocíamos desde siempre, desde las mañanas luminosas de Santiago, cuando el buchito de café mañanero amenizaba su verbo plagado de mariposas en la cocina de la vieja casa de calle Nueva… en las tardes de calor bajo la fronda del verde jardín interior de la casa de su hija Haruko, o en las noches refrescadas del portal, cuando nos mecíamos al compás de la historia siempre atractiva de su amor infinito por un hijo de la tierra del sol….. Era entonces la historia común de la familia que por generaciones heredó no sólo los rasgados ojos de su abuelo, sino también la insistencia y laboriosidad de un hombre incasable.

Al parecer la historia había quedado sólo en el recuerdo, hasta que esta nieta, heredera del empeño, dedicación y ahínco de Keniche, saca ahora a la luz, con verdadera maestría tanto en la investigación como en su modo de decir uno de los textos más conmovedores que he leído,

Escrita desde su propia sangre, la autora expresa en uno de sus capítulos que transcribo a continuación: “El especial amor que existió
Entre Ñica y Japón fue fuerza de unión y fascinación familiar ¿quién no quiere tener un amor así ? Su luz alumbró el centro de la familia y dejó en las sombras la curiosidad por desentrañar interrogantes lógicas y relacionadas con su azaroso viaje hacia el Caribe y su hilo conductor. Nada tuvo más importancia que la historia de amor, cuya intensidad quedó intacta, porque es la de las cosas fugaces, imposible de desgaste, pues no alcanzó el tiempo para ello.

Para quienes tengan la oportunidad de leerlo, sentirán sin dudas que aunque sea por un momento, por un instante fugaz, habrán atrapado la sombra y el viento.

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