San Salvador y San Salvador de Bayamo.
¿Por qué no celebrar juntos?
Por Gloria Guerrero
Históricamente el tema ha sido espinoso, porque hemos padecido de una rivalidad
no siempre justificada entre dos ciudades, ambas hermosas, rebeldes,
patrióticas, de gente linda, cada una con una belleza particular cual
damas que exhiben sus atributos con hidalguía y clase.
Una, llena del
hechizo especial de un mar profundo con sus cantos de sirenas, sus
pescadores de manos rudas y corazón tierno, su orgullo arquitectónico,
en pie contra viento y marea, sus guerreros inmortales, su campana
siempre desvelada, sus trovadores insomnes, su Glorieta deslumbrante,
sus carnavales de apoteosis, y ese olor inconfundible de salitre que
perfuma sus noches.
La otra mirando al infinito de la cordillera,
serena en la barranca vegetal de su río, ardiente y colorida, con el
himno de la patria saliendo a borbotones, con el caballo enjaezado y la
tea presta, vestida siempre de sus tres colores, gente hermosa y
humilde, hecha al trabajo y a la vida.
Cuando leí por primera vez
una acuciosa investigación del historiador Ludín Fonseca, acerca de la
fundación de Bayamo, una entre tantas teorías llevadas y traídas sobre
el sitio donde fuera asentada la segunda villa de nuestro
archipiélago,(y por cierto, la más acertada de todas), borré de
inmediato de mi mente la rivalidad establecida por años entre ambas
ciudades. No hay, al menos en este punto, nada que lo justifique, porque
una dio paso a la otra.
Según cuenta la historia ya en 1512 se
habían asentado en el cacicazgo de Bayamo un grupo de soldados
españoles, lo que no quiere decir que la villa había sido
fundada….buscando un punto de contacto con la metrópoli, el Adelantado
Diego Velázquez decidió establecer la segunda villa en un punto hasta
ahora desconocido de la región del Guacanayabo, entre el mar y un rio
llamado Yara.
Para mi humilde juicio, se trataba indiscutiblemente
de lo que hoy conocemos por Manzanillo. Entonces, el 5 de noviembre de
1513, se funda en ese sitio la Villa de San Salvador, con lo cual los
españoles dejaban claro lo que tal nombre significaba para ellos: se
habían salvado del cacique Hatuey, quisqueyano irredento que había
sublevado a los aborígenes de esta región, ya para esa fecha quemado en
una hoguera en las inmediaciones de Yara.
La villa de San Salvador
fue decayendo con el tiempo, al trasladar los conquistadores su punto de
encuentro con la metrópoli en otras villas asentadas posteriormente,
mientras el cacicazgo de Bayamo, había sin embargo, florecido y es en
Junio de 1515 que se traslada la segunda villa hacia Bayamo que desde
entonces se conoce como San Salvador de Bayamo. . Esto es lo que dice la
historia
Conste que no quiero ofrecer en modo alguno la manzana de
la discordia, ya que tengo el honroso privilegio de haber nacido en
Manzanillo y vivir toda mi larga existencia en Bayamo. Nunca he estado
de acuerdo con la mencionada rivalidad. Lo que me mueve no es solo el
amor infinito por ambas ciudades, sino un elemental sentido de justicia.
¿Por qué no celebrar juntas el acontecimiento incluyendo a Yara, donde
una luz se alzó para siempre señalándonos el camino de la rebeldía? ¿qué
importan ahora al amparo de más de cinco siglos un punto u otro de la
tierra cubana?
Lo importante, siempre digo, está en la esencia de las cosas.
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