Un libro conmovedor….
Por. Gloria Guerrero Pereda
Kenichi y
Antonia: una historia de amor
“Buscar la felicidad es como agarrar la
sombra o cazar el viento”
proverbio japonés que acabo de leer con
deleite en el recién publicado libro “Un japonés en Santiago de Cuba”, escrito
con los hilos del alma de Lidia Antonia Sánchez Fujishiro, avezada historiadora
e investigadora santiaguera, y a cuya
familia me siento orgullosa de pertenecer por razones de la vida, que dio a mi hija la fortuna de llevar
también en su sangre, la de aquel hombre laborioso y emprendedor que fue
Kenichi Fujishiro, conocido como Japón, fundador de la única familia
japonesa radicada en Santiago de Cuba.
Antonia Mustelier, para todos la abuela
Ñica, mujer de finos modales, andar incansable y palabra dulce, contaba siempre
con ternura su historia….la conocíamos desde siempre, desde las mañanas luminosas
de Santiago, cuando el buchito de café mañanero amenizaba su verbo plagado de
mariposas en la cocina de la vieja casa de calle Nueva… en las tardes de calor
bajo la fronda del verde jardín interior de la casa de su hija Haruko, o en las
noches refrescadas del portal, cuando nos mecíamos al compás de la historia
siempre atractiva de su amor infinito por un hijo de la tierra del sol….. Era entonces
la historia común de la familia que por generaciones heredó no sólo los
rasgados ojos de su abuelo, sino también la insistencia y laboriosidad de un
hombre incasable.
Al parecer la historia había quedado
sólo en el recuerdo, hasta que esta nieta, heredera del empeño, dedicación y
ahínco de Keniche, saca ahora a la luz, con verdadera maestría tanto en la
investigación como en su modo de decir uno de los textos más conmovedores que
he leído,
Escrita desde su propia sangre, la
autora expresa en uno de sus capítulos que transcribo a continuación: “El
especial amor que existió
Entre Ñica y Japón fue fuerza de unión y
fascinación familiar ¿quién no quiere tener un amor así ? Su luz alumbró el
centro de la familia y dejó en las sombras la curiosidad por desentrañar
interrogantes lógicas y relacionadas con su azaroso viaje hacia el Caribe y su
hilo conductor. Nada tuvo más importancia que la historia de amor, cuya
intensidad quedó intacta, porque es la de las cosas fugaces, imposible de
desgaste, pues no alcanzó el tiempo para ello.
Para quienes tengan la oportunidad de
leerlo, sentirán sin dudas que aunque sea por un momento, por un instante
fugaz, habrán atrapado la sombra y el viento.
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