Cuestión de identidad.
Por: Gloria Guerrero Pereda.
De texturas, olores y
sabores, de recuerdos y palabras contadas, de memorias ajenas y propias, de
necesidades, y sobre todo, de la vida misma, nacen las tradiciones de un
pueblo.
Algunas de las tradiciones
que hoy conserva la ciudad de Bayamo, comenzaron a gestarse mucho antes del
descubrimiento y conquista cuando fuera fundada la segunda villa de la isla.
Para entonces ya nuestros
ancestros conocían el
maíz, boniato, la calabaza ,la malanga primitiva y la yuca, el maní, los
frijoles,el ají, y por supuesto, el casabe que los conquistadores llamaban
“aserrín de tabla”, por ser desabrido y la divina mezcla de carne con algunos
de estos productos que dieron lugar a la reina de las tradiciones culinarias
cubanas: el ajiaco.
Era en las tradicionales Fiestas de Reyes,celebración religiosa surgida
como mezcla de fiesta esclava convertida en callejera y aceptada de buen grado
por nuestros antepasados bayameses, donde se desplegaban en un concierto de
olores y colores las más variadas delicias de la cocina popular….En los kioskos
de guano hechos para la ocasión alrededor de la plaza de la Revolución, se
ofertaba al transeunte el ponche caliente, ron, cerveza, licores de anís, vino
casero de frutas del patio, suspiros de merengue, rosca blanda, rosquitas,
matahambre, ciruelas borrachas, longaniza con casabe, empanadillas, congrí,
yuca con mojo y el inigualable cerdo asado dormido sobre una yagua que
completaba aquellos olores que se fueron asentando en los bayameses como futuros trampolines de la memoria.
Era una verdadera
fiesta de tradiciones, en las que no faltaba la venta de la legendaria muñeca
negra bayamesa.
Otras fiestas que también se
insertaron como tradiciones bayamesas han sido Las Enramadas, nacidas en la
barriada de Mabay, organizadas por Ignacio Jova, uno de los hombres que llevara
a cabo el Primer Soviet de Obreros y Campesinos de Cuba en 1933, con el fin de
recaudar fondos para la ayuda a los obreros desempleados por sus ideas
políticas. Estos festejos trascendieron a otros territorios del país y aún hoy
se efectúan en el sitio donde se originaron con todo un programa de musica
tradicional y venta de granjerías típicas de la región.
Mención aparte merecen los Carnavales
que
no eran tan famosos en Bayamo, debido a la supremacía indiscutible de
las llamadas Fiestas de Reyes, pero que al desaparecer éstas, comenzaron a
ocupar un lugar importante en el gusto de la población.
Si bien es cierto que durante muchos
años los Carnavales de Bayamo se distinguieron por su belleza, sus carrozas,
vestuarios, comparsas y paseos y sobre
todo por ser una verdadera fiesta de tradiciones, donde se disfrutaba de todas
aquellas delicias que se ofertaban en
las fiestas de fin de año, y aún más, vale decir que ya no se diferencian de
otros jolgorios carnavalescos.
Se dice que bicicletas y coches, llegaron a la villa al
mismo tiempo a principios del siglo
XX y hasta la fecha han servido ambos de singular medio de
transporte, que si bien resuelve el día
a día de los bayameses, por lo menos los coches , aunque continúan siendo un
símbolo, dejaron de ser hace mucho tiempo ese medio romántico de paseo por las
calles de una ciudad llena de historia y tradiciones.
Y entonces cabe la pregunta: ¿se perdieron las
tradiciones de Bayamo?
No creo….Soy testigo de los intentos que se
han hecho en la ciudad por rescatar sus tradiciones, algunos han sido válidos,
como por ejemplo la Feria de las Flores, surgida a
mediados de la década de los 40 de la pasada centuria, como vía para recaudar
fondos para obras de beneficencia y promovido por Alberto Ramírez Soa (Albertín), que en esa
época era Consejal del Primer Ayuntamiento Libre de Cuba.
El
evento se celebra cada mayo en el barrio
San Juan, su lugar de orígen, gracias a una
investigación realizada por los especialistas del Parque Museo Ñico López. Y
aunque aún le faltan ciertos detalles que embellecerían la feria, y aportarían
mucha ganancia espiritual a la revitalización de las tradiciones, es digno
destacar tan importante empeño.
Apegados a sus tradiciones, los bayameses no
dejan pasar un 12 de enero sin rememorar
la quema gloriosa de la ciudad en 1869. En la noche ocurre un
espectáculo que simboliza el acontecimiento
y al que acude el pueblo sin que medie convocatoria alguna.
Hay muchas cosas que pueden rescatarse porque
son granjerías que algunas personas todavía saben sus recetas, por ahí en la esquina del parque andan las
rosquitas de a ocho, los suspiros y matahambres, las ciruelas están esperando
en las matas y es cuestión de voluntad
para quienes pueden decidir
convocar y organizar fiestas donde estén presentes las tradiciones que
junto al patriotismo engrandecieron e hicieron de Bayamo una ciudad diferente.
Un pueblo sin tradiciones es un pueblo sin alma, no
hay que temer a los nombres,todo lo contrario:
hay que llamar las cosas por su nombre, porque lo que vale es la esencia, el contenido y lo
que significa para un pueblo, para un país mantener sus costumbres, su orígen,
su raíz, su identidad.
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