ALGO DE TI, SANTIAGO
Por: Gloria Guerrero
La vi por vez primera bajo la
mirada ávida de mis diez años, en una visita familiar. Mis ojos, acostumbrados
a las calles tranquilas de mi Bayamo natal, a la placidez de las tardes
y a los amaneceres silenciosos, quedaron de inmediato deslumbrados ante
el ir y venir, la profusión de autos, el salto del corazón y la pequeña carrera
de cruzar una avenida loca… el olor de las fritangas, los dulces en bandejas por cada esquina, el calor
desafiante y la sonrisa bailadora de esta gente parlanchina, agradable,
encantadora y atrayente que voceaba su mercancía deliciosa de forma jocosa aún
en la peor hora del mediodía… mis amaneceres infantiles se volvieron diferentes
en Santiago, me asomaba a las ventanas mientras los demás dormían y disfrutaba
el avance inexorable del sol que iba tiñendo de luz pedacito a pedacito los
techos amontonados, mientras sonidos y olores empezaban a llenar mi día y a
meterse para siempre en mi memoria ….Me quedaba extasiada ante las historias de
valor y patriotismo y aprendí desde entonces a amar su muros, su rebeldía, esa
raíz que se mezclaba abiertamente con mi ciudad y mi país…. El enamoramiento
fue instantáneo. Ahí comencé a querer a esa ciudad que creció durante siglos al
amparo de un mar de azul profundo y de un verde recóndito e insondable. Así que
volví muchas veces y sin olvidar mis raíces me fui quedando en cuerpo y alma.
Tal vez quería, y con toda
razón, tener para mí algo de Santiago..¡¡ y lo tengo¡¡: A la luz de los años,
guardé para mí el asombro encantador de la primera vez, palabras, gestos, actitudes
…. el despertar de mi sangre ante el sonar de los tambores, la indisciplina
eterna de mis pies detrás de una conga, el amor indiscutido por su gente, el
dolor del corazón ante sus desgracias, la alegría que me brota ante sus
victorias….
Santiago me llega hondo,
íntimo, intenso, teje mis raíces que van por la vida premiadas de tanta
cubanía, de tanto fervor, de tanta explosión de colores y fuegos de artificio
amasados a golpe de tambores, de ron y tabaco, a golpe de sudores, de lágrimas
y risas gratificantes y gratificadas,
amantes y amadas , agradecidas de tener algo de ti, Santiago.
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